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Travesía Sima de la Piedra de San Martín (Pozo Lepineux) – Sala Verna 1 de Agosto de 2010. Hoy domingo 1 de agosto de 2010 se cumplen 60 años desde que Ms. Lepineux descubriese la primera entrada al sistema de la Piedra de San Martín y lo que sería el pozo más grande del mundo durante muchos años.
Todos los espeleos hemos leído, escuchado y comentado muchas veces una de las historias más conocidas de la espeleología: la exploración del pozo "Lepineux" y la malograda suerte que corrió Marcel Loubens... y ahora, gracias a un permiso especial conseguido por los compañeros de Navarra, unos cuantos afortunados hemos tenido la oportunidad de sentir y vivir en nuestra piel así como recrear aquella historia descendiendo el mítico pozo de 320 metros.
La boca llevaba 40 años cerrada. Al asomarse por primera vez, un sin fin de pensamientos recorren la cabeza, sobre todo al ver la instalación más abajo desde donde, ayudado por un torno y una sirga de 5mm, descendieron los primeros exploradores, los cuales, tardaban 4 horas en llegar hasta abajo.
Una vez bajadas unas escaleras de aproximación, se coge una pequeña cuerda que te deja en la plataforma de madera original, hoy en día semi-podrida en su gran mayoría.
Al fondo, las vigas que utilizaban de soporte para el torno sirven de cabecera inicial hacia el abismo. Las sensaciones son indescriptibles cuando intentas reconstruir aquellos tiempos a partir de la historia que conoces...
Detalle de la cabecera e inicio del descenso...
Ya unos 60 metros más abajo se puede distinguir la luz de Asis, al que le preceden tres compañeros franceses. Por encima, Amanda en la primera tirada después de salir por la pequeña trampilla que es la única abertura hacia el pozo de la plataforma de madera...
Fraccionando en el segundo o el tercero. Al comenzar a descender, todavía sientes más escalofríos pensado en aquella aventura. El pozo, si bien es directo, tiene una forma un poco helicoidal con lo que, existen multitud de roces y mientras desciendes vas viendo las marcas que dejaba la sirga en la roca al apoyar y correr sobre la misma.
Estéticamente, es un pozo muy bonito y agradecido, no muy ancho en su primera mitad pero con grandes paredes pulidas para después acampanarse en sus últimas tiradas, sobre todo la última de 40 metros que te deposita en la sala. Ésta, después de un extra plomo de 90º, te hace descender en volado justo por el medio del pozo.
Aquí se pueden apreciar las estrías que dejaba la sirga al apoyar en una de las panzas... estar ahí colgado y ver esto, le hace a uno muy, muy, muy pequeño.
A -180 más o menos hay un pasamanos para evitar una de las tres rampas de piedras que existen, las cuales a pesar de estar protegidas con mallas metálicas puestas por el grupo que ha reequipado la sima, son muy peligrosas y dan bastante miedo por la caída de piedras.
A partir de aquí, el pozo comienza a abrirse hasta conseguir unos 30/40 metros de diámetro que al final se convierten en muchos más cuando desemboca en la sala "Lepineux".
Único momento en el que apoyas los pies, al comienzo de uno de los pasamanos, al fondo se puede apreciar como empieza la rampa de piedras y que desciende varios metros más hasta alcanzar la vertical...
Una vez abajo y saboreado todos los momentos, pasas por el lugar donde estuvo enterrado Marcel Loubens por dos años hasta que, presiones de la familia y la opinión pública hicieron que finalmente se recuperase su cuerpo y sacado a la superficie. Aquel hecho en sí mismo constituyó toda una odisea. Hace ya unos años que realicé la travesía Teté Sauvage-Sala Verna y recuerdo como me impresionó estar en este lugar (de paso obligado) y mirar arriba, a la oscuridad, pensando cómo demonios sería aquel abismo. Ahora ya lo sé y aún me sorprendo más si cabe al meditar sobre aquellos exploradores: Eran de otra pasta!
Epitafio
Una vez abajo, 1h después de comenzar el descenso, quedan 2h 30' de marcha a muy buen ritmo hasta la Sala Verna. Pero antes, se ha de pasar por la Sala Casteret, la Sala Loubens, el Metro, la Sala Quéffelec, la Sala Adelie y la Sala Chevalier. Todas ellas de unas dimensiones que sobrecogen; hasta los frontales más potentes se quedan cortos para iluminar algunos de sus techos y paredes.
Para hacerse una idea, este es uno de esos trepes que siempre decimos que a la luz del Sol, no lo haríamos ni de coña! el cual sirve como intersección de dos salas. Al fondo y oscuro, parte baja y final de la Sala Quéffelec (creo).
Y por fin, llegamos a la mítica Sala Verna, la cual han tenido "la desfachatez" de volarla en Globo, sí, sí, habéis leído bien (http://onavolesouslaterre.free.fr/). Y encima tenemos la suerte de verla con la nueva iluminación al coincidir con una visita guiada en la que, al vernos aparecer, pasamos a formar parte del show (¿de donde salen estos?).
Al fondo de la Sala Verna, en "La Playa" junto a dos de los maniquíes que han puesto para poder apreciar desde arríba las proporciones en las visitas guiadas. La Sala Verna tiene 270 metros de longitud, 230 metros de ancho y 180 de altura.
Texto F. Caro. |